El mundo no es tan democrático como nos creíamos

El mundo no es tan democrático como nos creíamos o deseábamos antes de ser adultos del todo, lo sabemos ahora y lo admitimos en silencio, tras percatarnos que de lo prometido, la mitad de la mitad. Llegamos a creer que esto es todo lo que se puede conseguir y asumimos los controles y las miserias como inevitables, sobre todo si no nos afectan directamente.

Pero la realidad es que no se permite a las personas opinar con total libertad; manifestarse; elegir libremente sobre su vida básica; vivir en justicia; tener posibilidad de cambiar sus propios sistemas de vida; decidir qué, cómo y donde quiere vivir; en qué desea que se gasten los impuestos que cada uno de nosotros generamos; quien queremos que nos gobierne y gestione de verdad nuestras sociedades; en qué desea trabajar; incluso la posibilidad real de tener o no tener un hogar, una cueva vital.

Grecia cierra su televisión  pública por que sí. Turquía desaloja a los que se resisten a perder un parque con extrema violencia. En EEUU han creado un sistema para vigilarnos totalmente en nuestras comunicaciones (saludo desde aquí a los espías), Alemania antepone cobrar sus deudas al hambre de los niños europeos del sur, los que andan de verdad no dan la cara y permanecen escondidos en sus despachos mientras los jubilados españoles o han perdido en las preferentes o van a perder en las pensiones.

Como ya dicen todos, desde Aznar a Alfonso Guerra, pasando por los imbéciles tipo yo mismo, la crisis ya no es económica sino política, y esta será más violenta por mucho que nos creamos que no es para tanto.

Bien, los optimistas nos habéis ganado, pues no será para tanto, eso si, hasta que los galgos o los podencos se nos coman el brazo. Y brazo sí tenemos todos.