Una de las situaciones que más les cuesta entender y admitir a las personas que nunca han tenido una empresa o nunca han estado dentro de las contabilidades de empresas, es que muchas veces la contabilidad dice una cosa y la realidad que se percibe es otra muy diferente. Y esto cuando se lleva a los extremos de los beneficios o pérdidas cuesta mucho más de entender, y no digo nada, de explicar y convencer a personas sin los suficientes mecanismos de defensa por conocimiento contable.
La contabilidad es una serie de sumas y restas contables, de libros, cuyo resultado final ofrecerá un resultado que difiere seguro con lo que nos dice la caja, con el efectivo que existe. Se pueden tener beneficios y tener deudas, sin duda, pero también se pueden tener beneficios y no tener activo para pagar esas deudas contraídas o incluso no poder comprar al contado a proveedores o pagar las nóminas de los trabajadores.
Llegados a este punto, es complicadísimo explicar a los operarios de una fábrica que las cuentas anuales llevan años ofreciendo buenos resultados, pero que en cambio no es posible pagar las nóminas.
No, no siempre los beneficios se han repartido, se han malversado, se han mal empleado. La inmensa mayoría de las veces esos beneficios han ido a pagar deudas. O a comprar maquinaria o a realizar inversiones.
Si en enero debes 1.000 y en diciembre debes 500, has generado 500 de beneficio contable por minoración de la deuda. Podría ser que en enero tuvieras en efectivo 30 y en diciembre tuvieras 10. En realidad has generado 480 de beneficios, pero tienes 20 menos de efectivo. Y tienes problemas de liquidez. Lo mismo sucedería si has comprado maquinaria y por ello ha aumentado el valor de la empresa o has realizado inversiones de adaptación.
Es verdad que en las contabilidades se pueden hacer algunos movimientos contables «de última hora»…, para modificar resultados. Eso sí, cada vez menos.
Los asesores de empresa en estos años del siglo XXI ya no son tan laxos en ciertas prácticas como lo eran en el siglo XX pues los controles son mucho más exigentes. Como es lógico y legal.
El siguiente paso de estas empresas con crisis altas, con enfermedades casi terminales (sean pequeñas o grandes), es acudir a “asesores especiales” que los hay y que son auténticas (casi) mafias que te ofrecen soluciones que no siempre son legales, por no decir otra cosa.
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